Eduardo Castro, se coronó campeón latinoamericano de la pizza, en una competición celebrada en Argentina.
Corría el año 1999 cuando Eduardo Castro, con solo 21 años, viajó a Rimini con la idea de dedicarse a la cocina. Empezó desde abajo, ejerciendo de camarero en un restaurante donde tuvo la suerte de conocer a Davide Amaduzzi, un pizzero de vocación que fue primero su maestro, luego su amigo y hoy su «compañero de locuras».
Una tarde, de copas, decidieron montar su propio negocio. Al principio, pensaron en montar un negocio en Italia, pero «Eduardo siempre había querido volver a su país, y como éramos muy amigos, me invitó a Colombia», cuenta Amaduzzi.
Cuando llegaron a Bogotá, se dieron cuenta de que «había muchas pizzerías, pero ninguna tenía el verdadero sabor italiano a un precio asequible para todos». Vieron una oportunidad y tomaron la decisión de materializar su sueño en esta ciudad.
El restaurante que abrieron juntos se llama Da Quei Matti y acaba de cumplir 10 años. Al principio, empezaron su actividad en un antiguo local, con harina local, que era difícil de elaborar, y un viejo horno artesanal que no conseguía alcanzar temperaturas de cocción muy elevadas.
En la actualidad tienen 7 locales, utilizan harinas 5 Stagioni y hornos de leña giratorios de Marana Forni, «sin los cuales nunca habríamos llegado a donde estamos», asegura Davide, que ya se había aficionado a ellos en Italia.
De hecho, el éxito de Da Que Matti fue totalmente inesperado, pero no tenían ni idea de lo iría a pasar: los organizadores, que habían soltado catadores por la ciudad, les llamaron para seleccionarlos para el concurso. «Así que hicimos las maletas y salimos rumbo a Buenos Aires», cuenta Eduardo.