Un interesante artículo sobre el papel y el valor de la pizza. El emblema de la globalización más que cualquier otro producto alimentario.
«La pizza reúne todos los requisitos para que pueda considerarse el emblema de la globalización, mejor que cualquier otro producto alimentario. Una preparación muy antigua, conservada en Nápoles, que la ha convertido en un plato prestigioso, popular y apreciado en todo el mundo, la pizza nos da la medida de cómo las frágiles barreras erigidas por el hombre a lo largo del tiempo -y algunas aún se mantienen en pie, como la de Israel y la que separa a Estados Unidos de México- no son antihistóricas, sino que están inevitablemente destinadas a derrumbarse, como el tristemente célebre «Muro de Berlín», porque son un símbolo de egoísmo, incivismo y miopía mental.
La pizza – que la gente consume y aprecia en todos los continentes- nos dice que la humanidad es una y única, que todas las personas que habitan el planeta son iguales, gozan de los mismos derechos y tienen las mismas obligaciones, que el egoísmo, la arrogancia y la estupidez de algunos es un signo de ignorancia y debilidad, mientras que entender que somos iguales cuando somos solidarios es un signo de inteligencia.
Si reflexionamos sobre lo que es la pizza y lo que significa hoy en día, nos damos cuenta no solo de su valor alimentario -no en vano es el plato más consumido a diario en el mundo-, sino también de su valor simbólico, su capacidad de cohesionar y unir a los hombres y mujeres que habitan este planeta.
Bastará con ir a Parma del 9 al 11 de abril para ver a un ejército de pizzeros italianos, rusos, estadounidenses, alemanes, japoneses, franceses, australianos, argentinos, chinos, etc., todos ellos unidos en nombre de la pizza en un espíritu de verdadera amistad y admirable colaboración.
Pero no les faltan las ocasiones para reunirse como en el caso de Giropizza de Europa, así como o en Hamburgo, Moscú, Las Vegas y Shanghai. Creo que debemos reflexionar sobre el valor no solo simbólico de estos acontecimientos: los jóvenes ya no aceptan las barreras entre un país y otro, entre un pueblo y otro; rechazan las fronteras, las aduanas, los pasaportes cuando no son estrictamente necesarios. Amantes de la libertad, saben que el color de la piel, el idioma y la religión no deben dividir, sino enriquecer porque hay que hacer bella la vida.
La pizza es esto y mucho más, y hay razones suficientes para que el próximo Campeonato Mundial de Pizza en la ciudad de Parma vuelva a ser no solo una fascinante competición, sino también un acontecimiento de gran valor cultural, social y político. Y así nos gustaría que fuera el mundo».
Fuente: Pizza e Pasta Italiana